Ella y yo hacíamos el amor
diariamente.
En otras palabras, los lunes, los martes y los miércoles hacíamos el amor invariablemente...
Los jueves, los viernes y los sábados, hacíamos el amor igualmente...
Por último los domingos hacíamos el amor religiosamente...
Hacíamos el amor compulsivamente.
Lo hacíamos deliberadamente.
Lo hacíamos espontáneamente.
Hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres, por favor, por supuesto, por teléfono, de primera intención y en última instancia, por no dejar y por si acaso, como primera medida y como último recurso.
Hicimos el amor por ósmosis y por simbiosis: y a eso le llamábamos hacer el amor científicamente.
Pero también hicimos el amor yo a ella y ella a mí, es decir, recíprocamente.
Y cuando ella se quedaba a la mitad de un orgasmo y yo con el miembro convertido en un músculo fláccido no podía llenarla, entonces hacíamos el amor lastimosamente.
Lo cual no tiene nada que ver con las veces en que yo me imaginaba que no iba a poder y no podía, y ella pensaba que no iba a sentir y no sentía, o bien estábamos tan cansados y tan preocupados que ninguno de los dos alcanzaba el orgasmo.
Decíamos entonces, que habíamos hecho el amor aproximadamente.
O bien a Estefanía le daba por recordar las ardillas que el tío Esteban le trajo de Wisconsin que daban vueltas como locas en sus jaulas olorosas a creolina, y yo por mi parte recordaba la sala de la casa de los abuelos con sus sillas vienesas y sus macetas de rosas esperando la eclosión de las cuatro de la tarde...
así era como hacíamos el amor nostálgicamente, viniéndonos mientras nos íbamos tras viejos recuerdos.
Muchas veces hicimos el amor contra natura, a favor de natura, ignorando a natura.
O de noche con la luz encendida, o de día con los ojos cerrados.
O con el cuerpo limpio y la conciencia sucia.
O viceversa.
Contentos, felices, dolientes, amargados.
Con remordimiento y sin sentido.
Con sueño y con frío.
Y cuando estábamos conscientes de lo absurdo de la vida y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro, entonces hacíamos el amor inútilmente.
Para envidia de nuestros amigos y enemigos hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente, legendariamente.
Para honra de nuestros padres, hacíamos el amor moralmente,
Para escándalo de la sociedad, hacíamos el amor ilegalmente.
Para alegría de los psiquiatras hacíamos el amor sintomáticamente
Hacíamos el amor físicamente, de pie y cantando, de rodillas y rezando, acostados y soñando.
Y sobre todo, y por la simple razón de que yo lo quería así y ella también hacíamos el amor voluntariamente...
En otras palabras, los lunes, los martes y los miércoles hacíamos el amor invariablemente...
Los jueves, los viernes y los sábados, hacíamos el amor igualmente...
Por último los domingos hacíamos el amor religiosamente...
Hacíamos el amor compulsivamente.
Lo hacíamos deliberadamente.
Lo hacíamos espontáneamente.
Hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres, por favor, por supuesto, por teléfono, de primera intención y en última instancia, por no dejar y por si acaso, como primera medida y como último recurso.
Hicimos el amor por ósmosis y por simbiosis: y a eso le llamábamos hacer el amor científicamente.
Pero también hicimos el amor yo a ella y ella a mí, es decir, recíprocamente.
Y cuando ella se quedaba a la mitad de un orgasmo y yo con el miembro convertido en un músculo fláccido no podía llenarla, entonces hacíamos el amor lastimosamente.
Lo cual no tiene nada que ver con las veces en que yo me imaginaba que no iba a poder y no podía, y ella pensaba que no iba a sentir y no sentía, o bien estábamos tan cansados y tan preocupados que ninguno de los dos alcanzaba el orgasmo.
Decíamos entonces, que habíamos hecho el amor aproximadamente.
O bien a Estefanía le daba por recordar las ardillas que el tío Esteban le trajo de Wisconsin que daban vueltas como locas en sus jaulas olorosas a creolina, y yo por mi parte recordaba la sala de la casa de los abuelos con sus sillas vienesas y sus macetas de rosas esperando la eclosión de las cuatro de la tarde...
así era como hacíamos el amor nostálgicamente, viniéndonos mientras nos íbamos tras viejos recuerdos.
Muchas veces hicimos el amor contra natura, a favor de natura, ignorando a natura.
O de noche con la luz encendida, o de día con los ojos cerrados.
O con el cuerpo limpio y la conciencia sucia.
O viceversa.
Contentos, felices, dolientes, amargados.
Con remordimiento y sin sentido.
Con sueño y con frío.
Y cuando estábamos conscientes de lo absurdo de la vida y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro, entonces hacíamos el amor inútilmente.
Para envidia de nuestros amigos y enemigos hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente, legendariamente.
Para honra de nuestros padres, hacíamos el amor moralmente,
Para escándalo de la sociedad, hacíamos el amor ilegalmente.
Para alegría de los psiquiatras hacíamos el amor sintomáticamente
Hacíamos el amor físicamente, de pie y cantando, de rodillas y rezando, acostados y soñando.
Y sobre todo, y por la simple razón de que yo lo quería así y ella también hacíamos el amor voluntariamente...
Jorge
Bucay, libro "El camino del encuentro"
Este hermoso
fragmento nos recuerda la importancia del aspecto físico dentro de las
relaciones de pareja, el tocar, el ser tocado… muchas personas expresan su amor
más que con palabras, con caricias.
El tocarse dice
más que las palabras en muchas ocasiones, en una discusión con simplemente
tocar la mano del otro se puede ver que existen una luz al final del túnel, que
la pelea puede terminar y que se puede seguir adelante.
Nuestro
lenguaje no verbal, es decir lo que muestra nuestro cuerpo, consciente o
inconscientemente puede herir o hacer que la pareja se sienta amada por lo que
también la forma física en la que nos conectamos con el ser amado va
construyendo o destruyendo caminos y uniones en nuestra relación.
Sexualidad, sexo y Sensualidad
Debemos hacer
una diferencia entre sexualidad, sexo y sensualidad para abordar el tema de la pasión dentro de la
pareja.
La sexualidad son todos los aspectos de
nuestra conducta, nuestro cuerpo y
nuestra mente que nos determinan como
hombres o mujeres, y se expresa en nosotros desde que somos muy pequeños hasta
el día en que morimos.
El Sexo además
de referirse a la condición biológica de masculino o femenino, se refiere al
hecho de la unión física, al coito o relación sexual. Como sabemos tener sexo
no necesariamente implica “hacer el amor” es decir, incluir aspectos emocionales
en el encuentro físico.
Sensualidad
es el conjunto de actitudes de atracción que poseemos todos los seres humanos
para ejercer en los demás deseo y-o excitación sexual. La sensualidad es como
un magnetismo que de igual manera puede tener componentes emocionales o no. La
sensualidad se expresa en todas las personas de manera diferente, y si bien la
sociedad ha marcado estereotipos de lo “sexi”, dentro de la pareja puede ser
expresada de formas muy diferentes. La sensualidad proviene de fuentes externas
e internas, lo físico y lo actitudinal dentro de lo cual el autoestima juega un
papel muy importante.
La Pasión en la pareja
Recordando
la publicación anterior, habíamos comentado que el aspecto físico es uno de los
pilares fundamentales de la pareja, una pareja con compromiso e intimidad (refiriéndonos
a los conceptos de la teoría triangular del amor de Sternberg), puede ser una
relación de hermanos o de madre e hija.
El
aspecto físico, si bien es uno de los temas más hablados en la sociedad, en
nuestra cultura es considerado aún un tabú, pero debemos ser conscientes que el
sexo, la sexualidad y la sensualidad nos constituyen como seres humanos
completos y aún más como pareja.
No por esto podemos pensar que el sexo es el
remedio para salvar una relación, sin los otros componentes la relación no
llegará lejos, por más que una pareja se entiendan totalmente en el plano
sexual, por ello y muy a crédito personal, estoy en total acuerdo que la pareja
antes de emprender el conocimiento dentro del ámbito sexual, debe fortalecer los otros lasos de la comprensión,
la escucha, el apoyo, la comunicación y el compromiso.
La
pasión dentro de la pareja, especialmente en los primeros años, construye lasos
de unión imprescindibles, nos acerca al otro, nos permite romper con la
individualidad y constituirnos como una sola esencia sin perdernos en el otro.
Cuando
hablamos de pasión dentro de la pareja debemos ampliar el marco conceptual, ya
que si bien la relación sexual se constituye como importante en la pareja esta
no es la manera exclusiva de demostrar el amor físico al otro.
Existen otras expresiones dentro del
componente de la pasión, el deseo puede ser demostrado con la mirada, las
caricias, el romanticismo, los besos, la forma de saludarse e incluso en cosas
tan pequeñas como el darse la mano al caminar.
El
mantener la pasión dentro de una relación es un trabajo de todos los días, y es
un trabajo de equipo, tanto la mujer como el hombre pueden mantener ese
magnetismo, cuidando su apariencia física, viéndose atractivo para el otro, y
lo más importante sintiéndose atractivo.
He
visto casos en los que lastimosamente si la pareja no sale de casa, ella viste
pijamas todo el día y ni siquiera se pasa el peine por su cabello,
absolutamente esa no es la manera de generar interés ni deseo, con ello no
quiero decir que debemos estar en casa un domingo vestidas de fiesta o con
terno de gala, pero como mencione anteriormente si uno mismo se siente atractivo,
esto genera atracción en el otro.
Para
terminar diré que el componente sexual en ocasiones también puede ser mal
utilizado y convertirse en un aspecto nocivo en la relación:
·
Cuando se
utiliza como premio o castigo de otras conductas dentro de la pareja.
·
Cuando se
utiliza evitar hablar de las dificultades en la pareja.
·
Cuando es
ejercido de manera individualista y busca únicamente la satisfacción de uno de
los dos miembros.
·
Cuando no hay
comunicación acerca de los sentimientos y de la satisfacción que el sexo genera
o no genera dentro de la pareja.
·
Cuando se
realiza por agradar al otro y por la incapacidad de decir “hoy no”, a lo cual
todo ser humano tiene derecho.
·
Cuando es
ejercido en contra de la voluntad de uno de los miembros, que es considerado
violación, por más que sea dentro de una relación formal.
La sexualidad, la sensualidad y sexo son una parte
natural de nuestra existencia, y como tales deben ser ejercidos con
consciencia, sin culpa, y con responsabilidad, pero sobre todo con amor.