Robin Norwood habla acerca de características típicas en las
Mujeres que aman demasiado, personalmente considero que la adicción emocional
puede darse en cualquier persona, sin importar su sexo o preferencia sexual.
Una de esas características de las personas que aman demasiado, es el
tener una carencia afectiva que viene desde las primeras relaciones objetales,
es decir, padres que no satisficieron necesidades emocionales en la infancia o
adolescencia, y en consecuencia cuando la persona es adulta trata de llenar ese
vacío afectivo en personas que inconscientemente son percibidas como
necesitadas de amor.
Sigmund Freud,
el padre del Psicoanálisis explicó esto
en el siglo pasado, llamándolo repetición, haciendo referencia a que
nuestras necesidades afectivas de la infancia se repiten en cada relación
interpersonal que establecemos, sin lograr llenar nuestras expectativas y haciéndonos
fracasar en cada intento, hasta que aquello que está sin resolverse en el
inconsciente salga a la luz.
Los dos puntos de vista nos muestran como una persona necesitada de cariño puede verse vulnerable, a una relación en la que de todas maneras, va a terminar perdiendo.
Norwood nos dice que este deseo de convertir a la pareja, viene
de la frustración de el no haber podido convertir a sus padres en personas
preocupadas y cariñosas. Incluso el hecho de la obediencia incondicional en la
relación está ligado al temor al abandono, que nos conduce a sentimientos
arraigados en la mente pertenecientes a la infancia.
¿Pero qué significa esto?, ¿acaso si tuve una infancia sin el afecto y
el apego necesario, estamos condenados a vivir en relaciones tortuosas?... a
esto puedo decir: que no existe el determinismo psíquico, hablemos del libre
albedrio, pero no desde el punto de vista religioso, sino desde el hecho que
todos tenemos la capacidad para elegir el
camino, podemos repetir este modelo de carencia y necesidades que nos llevan a
la adicción afectiva una y otra vez, pero también tenemos la oportunidad de
actualizar los afectos, es decir, mediante una retrospectiva, analice si su
vida afectiva en la infancia llenó o llena sus expectativas, si no es así, ¡está
bien!, no culpe a sus padres, ellos tampoco tenían un manual de crianza, o tan
solo repetían lo que recibieron, pero Ud. Tiene más opciones.
El primer paso que le llevará a la libertad, es el perdón, actualice sus sentimientos hacia sus padres, no los mire desde “el niño” resentido, cambie su actitud hacia “el adulto” agradecido. En segundo lugar identifique que necesidades afectivas le agobian, que es lo que desesperadamente busca Ud. En una pareja, necesidad de cariño, de contacto, seguridad… ¿y qué hacer con estas necesidades? Bueno trate de conocer sus orígenes, busque personas que le den referencias de su infancia, como eran sus relaciones con sus hermanos, padres o abuelos, un conocimiento detallado de las mismas pueden llevarle a comprender las raíces de sus necesidades afectivas.
Para seguir adelante evalué sus relaciones anteriores, ¿cómo fueron?, ¿porque
fallaron?, ¿encuentra algo común entre esas personas que fueron su pareja?,
ahora ¿encuentra alguna necesidad afectiva que se haya repetido en sus
relaciones?, pues bien si lo ha hecho conocerá ya parte del problema, el
hacerse consciente de este tipo de ancla emocional que ha sido participe en las
relaciones fallidas, le hará considerar que patrones le causan conflicto en sus
relaciones amorosas.
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